El testimonio de Gladys Pagano es un ejemplo de lucha, resiliencia y esperanza. A sus 56 años, enfrentó una dura batalla contra el cáncer de pulmón, una enfermedad que cambió su vida por completo. Sin embargo, con valentía y el apoyo incondicional de su familia, logró superar la enfermedad y hoy comparte su historia para inspirar a otros.
UN DIAGNÓSTICO QUE LO CAMBIO TODO
Comenzó con un malestar persistente que la llevó a realizarse estudios médicos. “Mis hijos notaban que no estaba bien y me insistieron para que me hiciera controles”, recuerda. Tras una serie de análisis, llegó la noticia que nadie quiere recibir: cáncer de pulmón.El diagnóstico la enfrentó a uno de los desafíos más grandes de su vida, pero lejos de rendirse, decidió luchar con todas sus fuerzas. Su familia fue clave en este proceso, brindándole el apoyo emocional necesario para sobrellevar la incertidumbre. “Desde el primer momento, mis hijos, mis nueras y yernos estuvieron a mi lado, dándome fuerzas cuando más las necesitaba”, relata.El 4 de septiembre de 2024, Gladys fue sometida a una cirugía en el Hospital Houssei de Mar del Plata. El procedimiento, realizado por el cirujano Dr. Garrido, consistió en la extirpación de la mitad de su pulmón. A pesar del temor y la complejidad de la intervención, la operación fue un éxito. “El posoperatorio fue duro, pero sabía que era el camino para seguir adelante”, cuenta.Luego de la cirugía, comenzó un tratamiento de quimioterapia bajo la supervisión del oncólogo Dr. Álvarez. Durante este proceso, encontró un gran sostén en el equipo médico. “Las chicas de oncología, como Naty, Mica e Iru, me trataron con una calidez increíble. No tengo palabras para agradecerles”, expresa emocionada.El camino de recuperación no fue sencillo, pero Gladys nunca perdió el optimismo. “A veces el dolor y el cansancio son inmensos, pero hay que seguir adelante. Nunca debemos bajar los brazos porque todo en esta vida se puede”, afirma con convicción.
UNA VIDA MARCADA POR EL ESFUERZO Y AMOR FAMILIAR
Gladys nació en Rauch y se crió en el campo San Esteban, en Langueyu. Hija de Marcelino Pagano y Odila Amaya, aprendió desde pequeña el valor del trabajo y la importancia de la familia. “Me crié en un entorno donde todo se hacía con esfuerzo, pero también con mucho amor y unión”, recuerda con nostalgia.Con el tiempo, formó su propia familia y tuvo siete hijos, 26 nietos y una bisnieta, quienes son su mayor orgullo. Hace 32 años se trasladó a Labardén en busca de nuevas oportunidades. Allí construyó su hogar y, con él, una red de afecto y contención que resultó fundamental en su lucha contra la enfermedad.Hoy, ya recuperada, Gladys dedica su tiempo a disfrutar de su familia y a compartir su experiencia para brindar esperanza a quienes atraviesan situaciones similares. “A todas las personas que están pasando por algo así, quiero decirles que no se den por vencidos. No importa lo difícil que parezca, siempre hay una luz al final del túnel”, sostiene con una sonrisa llena de gratitud.Su historia es un testimonio de que la fortaleza, el amor y la fe pueden vencer cualquier obstáculo.
