Por Andrés Lavaselli
En la misma semana en que dieron un paso más, acaso el definitivo, hacia la ruptura política, Axel Kicillof y Cristina Kirchner parecen haber arribado la primera coincidencia en mucho tiempo: intentar que, pese a su pelea, el peronismo llegue unificado a las elecciones. La lógica de esa aparente paradoja es sencilla: para ambos se encendieron alertas porque Karina Milei aceleró la posibilidad de un acuerdo de La Libertad Avanza con PRO en la Provincia que, ante una división del oficialismo, podría ser la llave de una victoria libertaria en las urnas.
Kicillof y Crista apuraron reuniones -que se encargaron de publicitar- con los intendentes que les responden, en las que manifestaron su voluntad de lograr un acuerdo de unidad. Pero eso a la vez esos cónclaves funcionaron como exhibiciones de fuerza de cara a una negociación que se adivina durísima. La expresidenta mandó a confirmar que se presentará como candidata en la provincia. El gobernador reconfirmó que por ahora eso no forzó ninguna deserción en la fuerza de alcaldes que se responden: con los cinco que faltaron (dos del Conurbano) habló por teléfono para estar seguro de que son 44.
Esa doble gestualidad pública tiene un correlato subterráneo. Sergio Massa y Federico Otermin, el intendente de Lomas, mantienen abierto un circuito entre la Gobernación y el Instituto Patria. Por allí circuló una versión de que Cristina finalmente aceptó que no haya PASO bonaerense, como reclama Kicillof. E hizo alguna mención, ambigua, a votar el septiembre, el punto que detonó la interna. Se activaron enseguida los mensajes sobre la recreación de la mesa que funcionó hasta la semana pasada para “encontrar mecanismos para integrar las listas”.
Pero horas después, Teresa García presentó un pedido de sesión especial para que el martes se trate en el senado su proyecto para que las elecciones sean concurrentes. Es decir, para “voltear” el decreto de Kicillof que las desdobló. El kicillofismo paralizó cualquier conversación hasta que eso se resuelva. Si se aprueba, aunque sea media sanción, la unidad será todavía más difícil. Alguien hizo llegar al gobernador una aclaración tranquilizadora: “ese proyecto no va a salir, es solo una carta de negociación”. Pero el kirchnerismo diseñó la sesión para que se apruebe con mayoría simple.
Un detalle: en el pedido de convocatoria a la sesión especial faltan las firmas de los senadores ligados a Massa y Otermín (detrás del cual se recorta la figura de Martín Insaurralde) que sí habían respaldado el proyecto de García. Es una apuesta a preservarse como interlocutores de ambos sectores. La salida, para ellos, tal vez está en la otra sesión especial, convocada para el mismo día por la oposición. En el orden del día figuran tres proyectos para suspender las PASO que, a diferencia del del García, no dicen nada respecto de la fecha de la elección.
La unidad avanza
La foto de Karina Milei con Cristian Ritondo da cuenta de una operación política en avance, conversada entre la hermana del presidente y el armador de Mauricio Macri en la Provincia. La idea general es construir sobre la simbiosis: los libertarios aportan el arrastre de la marca Milei -y aseguran que conservarán el sello propio- y el PRO la estructura territorial, de fiscalización y los referentes locales de peso de los que carecen los libertarios, que necesitan mejorar la perfomance de 2023 en la Provincia.
Cada uno busca avanzar con lo suyo: los libertarios aspiran a controlar la mesa política y ordenar desde Nación la estrategia bonaerense y a poblar las listas con nombres respaldado por Milei; el PRO evitar una fuga masiva que podría ocurrir en un escenario de ruptura, preservar su entramado legislativo y el control de sus intendencias y evitar terminar con una fuerza subordinada al avance libertario. Algo de esto discutirán en martes, en un encuentro en el que intentarán comenzar a establecer marcos más concretos para avanzar en la discusión de nombre.
Pese a la pelea porteña, Mauricio Macri, que lo tiene como un protagonista dialéctico, Mauricio Macri está involucrado en la negociación con PRO en la Provincia. Ve en ese acuerdo una especie de reaseguro para su fuerza, que podría obtener una garantía de supervivencia territorial aunque deba integrar listas violetas para una elección en la que es probable que la voz cantante la tengan los libertarios.
Este avance pone presión al peronismo: un acuerdo entre LLA y PRO les daría más chances en la elección si no hay entendimiento en el PJ y terminan con listas separada. Casi lo contrario a lo que ocurrió en 2023, cuando Kicillof llegó con una sola lista a una elección en la que los amarillos y los violetas estuvieron separados. Pero no solo presiona al PJ: el radicalismo también enfrenta el dilema de intentar un acercamiento al polo opositor en construcción o intentar la vía propia. (DIB)
